La jota y las rondallas en versión de Vilafranca, la Iglesuela del Cid, Mosqueruela, Ares del Maestrat o Atzeneta o el Grup Ramell de Castelló. El Parador de Fiestas de Vilafranca se ha convertido en un espacio multicultural para dar a conocer la tradición de las rondas y bureos en los pueblos del Maestrat, els Ports y el Maestrazgo turolense.
Carolina Ibor, profesora de Zaragoza, ha realizado un trabajo de campo en el Maestrazgo aragonés y tambien en Vilafranca, ya que en la localidad reside mucha gente de Mosqueruela y la Iglesuela del Cid, ambas localidades de Teruel. Fruto de este trabajo, entrevistando a muchos mayores de la zona, ha conocido a aficionados, cantadores y bailadores. Con gente de varias localidades castellonenses y turolenses se ha revivido un bureo en Vilafranca.
Se ha podido apreciar la jota, el fandango o la seguidillas con las variedades y nexos en común en cada localidad. La jornada ha surgido casi de la improvisación, pero ha permitido revivir una música prácticamente relegada a algunas fiestas populares y, en muchas ocasiones, olvidada.
Según Carolina Ibor “en este caso la música no conoce de fronteras administrativas. En esta zona había muchas masías habitadas, había comunicación entre ellas. Por ejemplo Mosqueruela tenía mucha relación con la Estrella y Vistabella del Maestrat. Además, Puertomingalvo tenía mucha relación con Villahermosa del Río”. Otro aspecto singular es la confluencia entre castellano y valenciano. “En muchas masías de Mosqueruela se hablaba valenciano como primera lengua”. Todos estos aspectos han quedado reflejados en la música de rondallas.
En Castelló el trabajo de investigación sobre las rondallas lo ha capitalizado el Grup Ramell de Castelló. Una representación de Ramell también ha estado presente en el espontáneo encuentro de Vilafranca. “Son bailes y músicas con pura finalidad lúdica, buscando diversión, entretenimiento y relaciones sociales que se establecían entre núcleos de población separados, como eran las masías. Era gente que se relacionaba en el día a día y también en la fiesta. La manera de establecer parejas era muchas veces el bureo”.
Desde Ramell se apunta que la “rondallas del Maestrat son diferentes a la jota aragonesa. En el bureo primaba la participación popular mientras que en la jota aragonesa se buscaba más el lucimiento”. En los bureos se improvisaba, no había ensayos “hacían lo que mejor pensaban en cada momento, pero la jota de estilo aragonesa requiere mucha preparación, con interpretes semi profesionales. Es la diferencia más grande”, indican sus miembros.
Vilafranca se ha volcado con el bureo, ya que la música popular tiene un fuerte arraigo en el municipio.
Guitarra y guitarrón
Con una guitarra y un guitarrón era suficiente para organizar un bureo. Estos instrumentos se acompañaban de percusión, con objtetos caseros que se hacían sonar. Entre la percusión más destacada siempre se encuentran las castañuelas y los sonajeros. Las castañuelas no siempre pertenecían a los bailadores, sino que también eran habituales en la ronda.
Entre los bailadores “sólo los que eran hábiles podían bailar y hacerlas sonar a la vez”, según apuntan desde Ramell. Además de la guitarra y el guitarrón las bandurrias daban color musical a los bureos. Así mismo los cantadores y las voces eran vitales en el desarrollo de los bureos. Todo esto se pudo ver en Vilafranca. Entre los cantadores había alusiones a la gente participante y coplas con respuesta.
Sociedad masclista
En las rondallas los hombres eran los protagonistas. Eran quienes tocaban y cantaban en la rondallas. De hecho la mayoría de alusiones en las coplas hacían referencia a los hombres. Así mismo había muchas alusiones a la geografía: pueblos y masías. Las coplas iban pasando de pueblo a pueblo. En cada localidad se modificaban y se adaptaban.