Miles de fieles sacaron al santo en procesión, lo llevaron hasta el ermitorio de la Serra d’Irta y comieron paella en una jornada de hermandad
Como cada primer domingo después de Pascua, Peñíscola celebró la festividad de Sant Antoni. La jornada en la que los peñiscolanos honran a Sant Antoni con una romería comenzó temprano, con la misa en honor al santo y la posterior romería hasta el ermitorio de la Serra d’Irta que lleva su nombre. Fueron las mujeres las que portaron en procesión la peaña del santo hasta su ermitorio. Los fieles no faltaron a la cita. Más de 2.000 romeros acompañaron al santo en el tramo de subida hasta el ermitorio donde les esperaban la música y la paella popular.
El nuevo sacerdote de la localidad, Ricardo Fígols, se estrenó en la romería y destacó la alegría que se vive en esta jornada, “de hermandad y en contacto con la naturaleza”. El sacerdote, nativo de Cinctorres y muy conocido en el Maestrat tras su paso por Benicarló, hace unos 20 años, se reencontró con numerosos conocidos.
La Asociación pro-restauración de la Ermita de Sant Antoni y el Ayuntamiento de Peñíscola han llevado a cabo recientemente obras y actuaciones de mejora en el ermitorio y su entorno, que luce mejoras en la seguridad, como pasarelas de madera y en el interior del templo.
La ermita, situada en la Serra d’Irta data del siglo XVI, aunque los historiadores creen que podría ser muy anterior,del siglo XIII. Allí acudirían pastores trashumantes y oficios vinculados al medio rural, que habrían concentrado en este asentamiento edificaciones vinculadas a su actividad, junto a una pequeña ermita vinculada al santo de los animales que goza de tanta veneración en las comarcas del norte de Castelló. Benedicto XIII concedió indulgencias a quienes visitaran el templo y colaboraran en su mantenimiento y mejora. Posteriormente el sastre Jaime Sanz, que se dice sirvió al último zar de Rusia y que hizo fortuna al casarse con una aristócrata, invirtió dinero en el ermitorio.
El edificio pudo iniciarse en el siglo XV y ampliarse en 1675 con los trabajos del picapedrero Pere Bordes. Durante la Guerra del Francés sirvió de parroquia de Peñíscola y de Consistorio en la clandestinidad.
La jornada de hermandad discurrió en medio de comida, fiesta y música. Esta jornada es especialmente vivida con alegría por los vecinos de la localidad en los meses previos al inicio de la temporada turística. El alcalde de Peñíscola, Andrés Martínez, celebró “la expresión popular de los vecinos de Peñíscola, satisfechos de sus tradiciones y que asisten masivamente a los actos organizados”.