El Santo Cristo de la Mar de Benicarló volvió ayer a su casa, en la parroquia de San Pedro, tras presidir la Novena que miles de fieles devotos le han dedicado en la de San Bartolomé a lo largo de los últimos días. Una silenciosa manifestación de fe recorrió las calles del municipio para acompañar a la sagrada imagen que, sobre la barca, volvía al barrio marinero donde llegó hace 361 años para salvar a la ciudad de la peste bubónica. Desde ese momento, el ritual de devoción se ha mantenido inmutable al paso de los siglos y se repite como un ritual que se convierte en una silenciosa renovación del compromiso adquirido por los que se salvaron de la horrible enfermedad. A las 20,30h. se abría la Procesión de Bajada con los graves sonidos de los bombos que marcaron el paso de los primeros participantes en la procesión. Formados en dos filas, arropando a los que procesionan en el centro debido a una promesa, el cortejo se encaminó hacia el barrio marinero de Benicarló, donde el Cristo recibe culto a lo largo de todo el año. Este año, fueron muchas las plegarias que se elevaron para solicitar un respiro a la crisis económica que ahoga numerosas economías familiares.
Y al llegar a las puertas de la ermita del Cristo, se repetía otro de los rituales más curiosos de esta procesión: la entrega de cirios para que sean reciclados. A las puertas de la capilla se instala un contenedor en el que los fieles depositan las velas que han usado en el trayecto. Las parroquias del municipio las envían a fundir y las utilizan para sus fines, logrando reducir los gastos derivados de este concepto. De este modo la procesión del Cristo tiene su vertiente de solidaridad cristiana. La Procesión de Bajada pone punto y final a nueve días en los que el ritmo de la ciudad se ve alterado por los horarios que marca la Novena, en los que por primera vez han participado los jóvenes de la ciudad. Lo han hecho con motivo de la celebración este verano del Encuentro Mundial de Juventud que tendrá lugar en Madrid y en la que Benicarló tendrá especial protagonismo por ser ciudad acogedora de la Cruz de los Jóvenes. Así, la primera noche del Novenario fue preparado por los jóvenes que están trabajando en la recepción del símbolo de la unión religiosa. El resto de la Novena, como es habitual, estuvo presidido por sacerdotes que tienen especial vinculación con la ciudad, cerrándola el sábado por la noche el obispo de la diócesis, Xavier Salinas. Tras la Procesión de Bajada, la ciudad descansa hasta el Miércoles Santo, cuando el sonido de los bombos acompañe el paso de los capuchinos que recorrerán la ciudad.
Miles de benicarlandos acompañan al Cristo del Mar en su retorno a Sant Pere
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