“Yo misma soy mi hijo”
“Cuando más relumbra la vivienda, más arde por dentro”
Núria Vernet
L’Escola d’Arts Escèniques Guirigall nos conducía el pasado domingo desde el escenario de la Casa de la Cultura de Càlig por los velados pozos del inmovilismo social del campo andaluz.
El escenario en el centro, como un útero abierto por el que desfilaban los actores, dos, y las actrices, tres, que se multiplican por seis para concebir los diferentes personajes de una obra que retrata el silencio de las mujeres en una época de hombres. De hombres y de honra, auspiciada ésta por las mismas mujeres en una endogamia de prisiones que condenaba a muerte a cualquier pensamiento que no transcurriera en el interior de las casas.
Junto con ‘Bodas de sangre’ y ‘La Casa de Bernarda Alba’, Lorca denunció con ojos clarividentes las pulsiones de la tierra profunda, que existe en todas partes y en todas se ha cobrado, y se cobra, víctimas. Dirigida por Marta Roig, “En tierras Yermas” interpreta una de las grandes obras del poeta asesinado, que se expresó a través de la lírica, el simbolismo y la metáfora en la escena teatral, consiguiendo una galaxia de obras brillantes y duras como las piedras.
“En tierras yermas”, que ya se había representado en Castellón y en Benicarló, llegó a Càlig con su entraña rasgada, sus vestidos blancos, sus velos negros, su oscuridad, su rebelión y la liberación final, dramática, de una tierra en la que la mujer estaba supeditada al hombre, también, en cuanto a tener descendencia. No existían donantes ni otras opciones, impensables, como expresa Yerma en un momento de la obra: “¡Si los pudiera tener yo sola!”. Una asfixia que se acelera en la escena final y que cristaliza en una sola frase “Dejarme libre siquiera la voz, ahora que voy entrando en lo más oscuro del pozo”. La tragedia sigue su inevitable curso y Yerma culmina el acto removiendo el mundo con sus pies desnudos, “No os acerqueis porque he matado a mi hijo. !Yo misma he matado a mi hijo!”
Al final, el arrebato del público, puesto en pie, despedía esta adaptación de un inmeso autor que no es Shakespere, pero que, oye, tampoco lo necesita.