Los jardines del Castillo del Papa Luna se convirtieron ayer en el escenario del Viacrucis, en el que los fieles recordaron, a través de 14 estaciones, el camino a la cruz de Jesucristo, desde que fue apresado hasta su sepultura. Éste es uno de los actos más destacados de la Semana Santa peñiscolana, ya que según el capellán de la localidad, Mossén Manel, “tiene mucho colorido, por su contacto con la naturaleza, el mar a los pies y el verde de los jardines”.
Pero no es todo, ya que al final del recorrido los participantes regresaron a la Parroquia de Santa María y allí pudieron contemplar de forma excepcional el lignum crucis de Clemente VIII, sucesor del Papa Luna. El lignum crucis es una de las reliquias de mayor valor para la iglesia católica, ya que se trata de una pequeña parte de la cruz en la que murió Jesucristo, y que trajeron los templarios hace más de siete siglos a la Ciudad en el Mar. Hoy en día es uno de los tesoros del siglo XV que alberga la Parroquia de Santa María, junto a la Cruz Procesional de Benedicto XIII, su Cáliz y la Cruz Procesional de Felipe II.
De hecho, estas joyas se albergarán en el futuro Museo del Papa Luna que se quiere habilitar en la cripta de esta iglesia, ubicada en el centro mismo de Peñíscola. Los que pudieron contemplar el lignum crucis, destacaron sobre todo su simbolismo y su relevancia en estos días de penitencia y abstención de los aspectos más banales y carnales.
Tras el viacrucis de los adultos, fueron los niños que siguen la catequesis previa a la Primera Comunión quienes rememoraron las escenas del calvario de Cristo. Ya por la tarde, se celebró la misa de la Pasión y la muerte del Señor y por la noche, la procesión del Santo Entierro.