Los helicópteros realizaron decenas de descargas en pocos minutos gracias a la proximidad del río Ebro y la zona húmeda
De nido de ratas o foco de suciedad. Con calificaciones como estas se ha menospreciado durante años a la zona húmeda con que cuenta Peñíscola. El vigente Plan General de Ordenación Urbana y el heredado del desarrollismo de los años 60 pretendía desecar y urbanizar la franja costera que hoy ocupa el marjal o prat y construir miles de viviendas y nuevos apartamentos. Hoy una franja longitudinal de edificios discurre paralelo a la acequia Sangonera, una de las tres iniciales, en lo que iba a ser la calle en proyecto 1. La acequia Templera y la Sèquia del Rei son las otras que han sobrevivido a la desecación parcial que vivió en su cara más interior.
El agua brota por distintos ullals o surgencias, que proceden de las aguas subterráneas filtradas en las comarcas del interior, en Els Ports, el Maestrat y la Tinença y van al mar desembocando en la playa Sur e incluso en la Serra d’Irta. Su presencia allí fue providencial ayer para extinguir las llamas. Su protagonismo, unido al de los cuerpos de emergencias, atajó en pocos minutos unas llamas que amenazaban con llegar a las distintas urbanizaciones existentes en la zona montañosa de Irta repletas de vegetación y pinar y a los terrenos protegidos del Parque Natural.
Forestals del Parc de la Tinença carregant aigua a Peníscola
Los pilotos arriesgaron ayer con la presencia de rachas viento cambiante y la proximidad de montañas rocosas. Su pericia, la proximidad del Delta del Ebro, donde las avionetas cargaban y la complicidad del marjal, acabaron con las llamas dejando por fortuna el susto en 20 hectáreas quemadas. Las investigaciones siguen para tratar de determinar el origen de las llamas. Anoche las brigadas rurales de emergencias seguían refrescando y vigilando la zona incendiada.