La localidad se ha convertido en reserva del mercado catalán de esta hortaliza ante los malos resultados de otras zonas productoras
El calçot es cada uno de los brotes de una cebolla blanca que ha sido replantado. Estos brotes, a medida que van creciendo, se van “calzando” (de ahí el origen de la palabra), es decir, cubren los lados con tierra para blanquear su base, que es la parte comestible. Esta acción manual del agricultor provoca que la parte enterrada siga muy tierna y tenga un sabor y dulzura característica. Su temporada se inicia en noviembre y se alarga hasta la primavera.
Benicarló es uno de los pocos lugares de nuestra autonomía donde se cultivan. Los mayores consumidores son están en la provincia de Tarragona aunque en los últimos años, el cultivo se ha hecho famoso a raíz de nuestro territorio y ya son muchos los valencianos que los conocen y consumen. Se cosecha cuando la altura es de 15 a 20 cm y su grosor está entre el 1’5 -2 cm. Se cuece al fuego, con llama viva. Una vez cocido, se envuelve en papel de periódico que aguanta la calentura y se come con la típica “salsa romesco” y acompañando a carne también a la brasa.
Los agricultores de Benicarló están contentos por la evolución de los precios este año. La meteorología en otras zonas productoras como Cataluña no ha sido propicia para los agricultores del norte y sí, en cambio, para este cultivo en el Maestrat, con lluvias en los momentos precisos. En buena parte de Cataluña los calçots no han adquirido el tamaño adecuado o simplemente se han podrido y no desarrollado, lo que ha dado alas a un aumento de precios. A pesar que en el supermercado su precio puede estar triplicado, los agricultores están satisfechos ya que este año les han llegado a pagar hasta 0,10 euros por unidad, explicó Javier Ruiz, un productor de Benicarló.
La tendencia positiva de este cultivo está haciendo que cada año sean más los agricultores que apuesten por producirlo. “Cada año vamos aprendiendo cómo mejorar su producción, a reservar unas distancias mayores entre hileras de cultivo y a encontrar vías de comercialización”, que a menudo es casi directa con el comprador, evitando intermediarios. Algunos productores de Benicarló han llegado a plantar cerca de 25.000 calçots este año, lo que diversifica cultivos y fuentes de ingresos en una época en la que los agricultores están también a expensas de las alcachofas y a la evolución de otras hortalizas de temporada.