Los trabajos, coordinados por la arquitecta Pepa Balaguer, buscaban conocer la distribución de viejas estructuras que fueron modificadas. Los últimos trabajos hallan una bomba de mano de la Guerra de la Independencia a pocos centímetros del nivel del suelo
Las distintas catas arqueológicas realizadas en el entorno del único tramo de murallas por rehabilitar del castillo de Peñíscola han sacado a la luz un entramado de estructuras de distintos períodos históricos que será estudiado y, posteriormente, se determinará si son puestas en valor.
Estos trabajos de investigación sobre la muralla y el monumento estaban previstos y programados en el proyecto, que incluye la consolidación de los lienzos de muralla exteriores que se hallaban poco estabilizados y eran frecuentes los desprendimientos fruto de los impactos de proyectiles de distintos episodios bélicos.
Encontrar los potentes muros y distintas murallas de la fortaleza ha sido coser y cantar. La arquitecta técnica responsable del proyecto, Pepa Balaguer, explicó que “se han superpuesto los distintos planos históricos y sabríamos que encontraríamos las estructuras que responden al recinto renacentista que protegía una cañonera que se repite en otras fortificaciones del siglo XVI como Ibiza y que debe ser mejor estudiada”. Una vez obtenida la información de los distintos estratos se propondrá “en un futuro” la puesta en valor de toda esta plaza”. Los trabajos de restauración de la muralla y de documentación de los restos acabarán en junio. Además, los distintos materiales utilizados en la construcción de los elementos defensivos, en piedra seca y mampostería permitirán tras su análisis, datar las distintas actuaciones sobre las murallas de Peñíscola.
Una plaza muy evolucionada
Balaguer explicó que fue en 1928 cuando la construcción de una escuela hizo que se abrieran unas escaleras que se asentaron sobre la muralla, interrumpiendo el cordón corrido del lienzo y abrieron un acceso hasta el entonces parque de artillería y zona militar. Balaguer señaló la posibilidad de reestructurar la escalera para mantener el recinto más cerrado como era antaño pero a la vez mejorar la accesibilidad a la zona en una actuación que no sería demasiado costosa. “Sería una actuación futura muy bonita porque mantendría la esencia de lo que era la muralla”, abundó la arquitecta que confía en conocer gracias a los trabajos “los rellenos que se han producido en esta plaza durante el siglo XX y las estructuras con las que nos encontraremos si se hace una rebaja puntual del nivel porque salen muros muy bonitos de sillería y estructuras que darían una mejor idea de cómo era esto”. Los últimos trabajos hallan una bomba de mano de la Guerra de la Independencia a pocos centímetros del nivel del suelo.
Esta zona, explicó Balaguer, y toda su plataforma fue reestructurada en el pasado y se desvirtuó mucho su originalidad. El objetivo es conocer los restos que puedan existir enterrados de la parte renacentista y su configuración en el siglo XVI. Con la actuación en la parte norte de las murallas se cerrará todo el perímetro y la actuación iniciada en el año 2000 en la parte sur. La obra consiste en la limpieza y consolidación de los lienzos de ambas baterías, la restauración de las cartelas y escudos, así como la adecuación de los impactos, dejando totalmente restaurada la fachada norte de la muralla. En opinión de la arquitecta, la futura actuación pasa por el reto de reconstrucción de la zona, “uno de los mejores exponentes mundiales de este tipo de arquitectura renacentista”, sentenció.