El último cine cerró en 1998. Antes hubo un cine de verano al aire libre y el Cine Suquet para niños, que gestionaba el propio Ayuntamiento
Peñíscola mantuvo abierto hasta 1998 el cine Montecarlo. Contaba con una capacidad para 250 o 300 personas y en sus pantallas se proyectaron las películas de más éxito durante el siglo pasado. En algunas de ellas, como Calabuch o El Cid, el plató era la propia ciudad para comentario y aplauso generalizado de la sala a oscuras. El viejo cine se convirtió en una sala de fiestas de 400 metros cuadrados. La primera se llamó Fila 7 y la actual, el Soho, cuenta con dos pistas, tres barras y DJs de los que pinchan house y dance. El local no ha sido tan bienvenido por los vecinos de la Calle Mayor como lo era el cine, por las molestias que éste genera hasta altas horas de la madrugada en verano.
Pero Peñíscola tuvo también un cine de verano, propiedad de Adolfo Pruñonosa, el mismo empresario que gestionaba el Montecarlo. Estaba al aire libre en el solar que hoy ocupa el edificio de apartamentos y cafeterías Las Vegas. Los propietarios del cine Las Vegas acabaron vendiendo el solar, y el privilegiado espacio de primera línea de costa sucumbió al urbanismo y el boom inmobiliario. En el palacio del Governador se ubicó durante años el Cine Suquet, gestionado por el Ayuntamiento y pensado para los más pequeños de aquella Peñíscola. Era hacia las cinco de la tarde cuando se hacía una rifa y se daban caramelos a los jóvenes cinéfilos.
Duró hasta los años 80. Hoy la zona la ocupan dependencias oficiales y servicios pensados para los jóvenes y adolescentes. Jaume Esbrí recuerda y así lo escribió recientemente en la revista Peñíscola, “aquellas inolvidables sesiones vespertinas con chufas, cacahuetes y altramuces y en otoño castañas”, en las que se proyectaban películas “de romanos y gladiadores” o “de tiros” en cinemascope. Hoy todo eso ya es historia, tan solo el ayuntamiento hace cine de verano en la playa Sur. La alternativa, trasladarse a los multicines de Benicarló.