Gallego aboga por fondeos dentro del mar y que el futuro puerto sea uno con encanto que atraiga goletas, embarcaciones tipo sailor y bergantines y turismo de calidad no masificado [gallery columns="2" link="file" ids="14105,14106"] La llegada el día 27 de un nuevo crucero a Peñíscola, siete años después de la llegada de The World, el barco residencia de los millonarios que se inauguró en 2002 y visitó la localidad en 2007, ha servido para que se vuelva a hablar del puerto deportivo del que carece Peñíscola. La propuesta del arquitecto Ricardo Bofill pretendía ganar al mar una superficie de 132.825 metros cuadrados. El puerto deportivo de Racó Calent contaba inicialmente con todos los avales económicos y empresariales. También recibió el visto bueno de varios bancos internacionales para asumir la inversión prevista de casi 64 millones de euros, de los cuales el 66% provenía de capital ajeno. El puerto contemplaba una oferta de casi 800 amarres de entre ocho y 80 metros de eslora, 64 plazas en marina seca y 643 de aparcamiento, un club náutico y zona lúdico-comercial. En 2010 la propia Generalitat instó a redimensionar el proyecto y acabar con las afecciones visuales al castillo y flora endémica al sur del tómbolo. Hoy nadie habla oficialmente del puerto que espera tiempos mejores. El presidente de la Agrupación de Empresarios Turísticos de Peñíscola (Agretur), Javier Gallego, se mostró tajante con las necesidades de la población en esta materia. “No reivindico el puerto deportivo, no tenemos en absoluto una necesidad vinculada a los turismos de crucero”, indicó. El profesor de Turismo en la UPV agregó que “debemos ver lo que ocurre en pequeños puertos del Egeo o el Adriático, donde estos buques atracan en el exterior y se traslada a los ocupantes con pequeñas barcas, porque es incompatible tener calas vírgenes, un parque natural como Irta con los cruceros que requieren depósitos de combustible, naves y carreteras. No hay discusión, la zona no está preparada ni puede asumirlo de forma sostenible y medioambientalmente”. Este asesor y directivo de la cadena ZT Hotels y presidente de la patronal turística tiene claro que los cruceros ofrecen un mayor encanto mar adentro y que “la fijación por el puerto deportivo puedo entenderla globalmente pero no me parece esencial ese turismo de cruceros, sí en cambio un turismo de vela y de actividades sostenibles”. Gallego sugiere una alternativa para estos buques y sus ocupantes: “que atraquen en Castellón y suban a Morella y Peñíscola” y en Peñíscola “que vengan embarcaciones tipo sailor, bergantines con 40 personas que tienen más capacidad de gasto”, agrega. “Me encantaría ver el puerto con cuatro o cinco embarcaciones como se pueden ver en la marina Juan Carlos I de Valencia. No hay color entre elegir entre Barcelona o Marbella, ya que es un modelo de desarrollo más glamuroso e interesante, necesitamos más calidad que cantidad”, concluye.]]>
El presidente de Agretur no cree compatible un turismo de cruceros con la la realidad física y natural de Peñíscola
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