Tal vez los efectos estimulantes de la cafeína puedan ayudar a frenar el descenso de practicantes en las distintas confesiones. El emir de la Meca, Khair Bey hizo cerrar en 1511 todas las cafeterías al entender que la ingesta de café desarrollaba el espíritu crítico, favoreciendo probablemente los intercambios intelectuales entre consumidores. Años más tarde y gracias a los mercaderes venecianos, el café llegó a Europa. Según explican las enciclopedias, se aconsejó al Papa Clemente VIII prohibir el café al representar una amenaza de los infieles. Después de haberlo probado, éste último bautizó la nueva bebida y declaró que dejar sólo a los infieles el placer de esta bebida “sería una lástima”. El café fue bien recibido por los monjes por las mismas razones que los imanes: permite mantenerse despierto durante mucho tiempo y mantener el espíritu limpio.
En este contexto el Punto de Encuentro, un centro evangélico de Benicarló, ha difundido como en una discoteca ‘flyers’ publicitarios en el que ofrecen café y refrescos, literatura cristiana, estudios bíblicos y cultos, además de reuniones para niños y jóvenes, servicio de consejería cristiana, cursos de alemán y traducciones de español a alemán e inglés. Las fechas de los cultos se hallan en su propia página web, explica este soporte publicitario, que además reza que “entregando esta invitación tendrá un café gratis en horario de cafetería (uno por persona)”. La matización es buena, no conviene abusar del café. Son algunas de las modernizaciones que sufren las religiones y que sorprenden a quienes no están acostumbrados a flyers y más a las campanas.