El pasado martes por la mañana la noticia corrió como un reguero de pólvora por Benicarló, el mismo que muchas veces habían recorrido las noticias que por la radio daba a conoce José Palanques Esteller. La noticia de su fallecimiento nos confirmaba los malos presagios que su hijo nos daba el pasado domingo antes de comenzar el partido de futbol de su querido Benicarló. Con su muerte el periodismo valenciano pierde otro periodista de los de antes, de los que no tenían carrera, pero que sabían más por la experiencia que los jóvenes recién salidos de la facultad y que tuvo que ejercer su labor con muy pocos medios, no como ahora. Con su repentino adiós se cierra medio siglo dedicado a esta profesión, ingrata muchas veces con el que escribe, que a fin de cuentas se limita a dar a conocer aquello que ha sido noticiable, pero que nunca gusta a todo el mundo.
De Palanques se podrán decir muchas cosas, pero una virtud tenía por encima de todo, estar siempre a disposición de la noticia y no al revés como suele pasar hoy en día. Su manera de ver el periodismo era más directa al gran publico, al recoger todo aquello que pasaba por Benicarló y otros puntos de la geografía provincial, sabía llegar en cada momento, cuando la noticia se producía. La frase de “que habéis avisado a Palanques” la he escuchado muchas veces en los más de veinte años que estuve coincidiendo con él en las mismas tareas.
En su forma de vivir el periodismo deberían de fijarse más las nuevas generaciones de periodistas, pues para él no había hora de cierre para su máquina de fotografiar o de escribir, no le importaba para nada la hora que fuese, él lo que quería es que su Benicarló fuese noticia en el mayor número de medios de comunicación posible, pues él era infatigable a la hora de darlas a conocer, y lo que es más importante, en la mayor parte de su vida como periodista, sin apenas percibir nada por sus colaboraciones.
Empecé en esta tarea de informar gracias a él, pues tuvo que elegir entre una u otra emisora de Valencia, él dejó La Voz de Levante, y ahí me inicie. Aún recuerdo, casi siempre a última hora del viernes, casi a la hora de cerrar la oficina de Telégrafos, llegaba el telegrama de la agencia EFE, para pedirle la crónica del Benicarló, y aún no había teléfonos automáticos, el tiempo que debía de esperar para poder pasar la crónica los sábados por la noche. El Ayuntamiento supo reconocer su trayectoria, un poco tarde, porque sus compañeros se le adelantaron y le rindieron un homenaje en el Restaurante Bantú, a donde llegó acompañado por Ana creyendo que iba a una rueda de prensa y posterior cena. Fue una noche llena de emociones. El miércoles su Benicarló le dijo adiós en el templo de San Bartolomé. Que el ser supremo le tenga en su gloria.